sábado, 3 de septiembre de 2011

DESARROLLO ESTABILIZADOR


La del llamado "desarrollo estabilizador" -que se extiende de 1958 a 1970- fue una época de veras sobresaliente en la historia económica de México.

 El producto interno creció a una tasa real mayor al 6% anual con crecimiento también rápido y sostenido de los salarios reales. 

El análisis de esos logros no sólo puede ser materia de interés para el historiador anticuario; el estudio de la política económica de esa época es de gran importancia para el presente y el futuro, en especial para los individuos de acción y para los responsables de conducir las políticas públicas.

 De él se desprende un recetario de estrategias para avanzar en objetivos que todos compartimos hoy: elevar los salarios, aumentar los ingresos de la población, en especial de la población rural; crear mayor empleo y lograr que la producción avance con mayor rapidez que la explosión demográfica.


¿Cómo se procedió para que la economía nacional tuviese en ese periodo un desempeño tan notable? ¿Quién fue el principal promotor de esos éxitos y en qué fincó su actuación? Y más importante: ¿qué enseñanzas pueden derivarse del desarrollo estabilizador para fines de diseño y aplicación de las políticas económicas actuales y del futuro? El principal artífice de ese "milagro mexicano" fue Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda en los sexenios de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
Hábil, laborioso, buen político, magnífico administrador y negociador, economista, financiero y abogado muy conocedor de las leyes y del derecho, todo eso fue Antonio Ortiz Mena. Sus principales méritos pueden resumirse como sigue:

 1) Eligió y recomendó las políticas adecuadas para cumplir con el mandato que se le asignó al iniciar su encomienda: crecimiento del producto por arriba de la tasa de expansión demográfica e incremento continuo de los salarios reales. 

2) Supo persuadir a los presidentes a quienes sirvió -López Mateos y Díaz Ordaz- de que sólo con esas políticas podía lograrse que el auge fuese perdurable. 

3) Fue un operador político muy diestro y sagaz, y un instrumentador muy eficaz de las medidas que, mLa finalidad última del desarrollo estabilizador fue estimular la inversión productiva y el empleo. Parte de ese esfuerzo se manifestó en el esmero con el que se cuidó la confianza. El fenómeno económico, solía decir Daniel Cosío Villegas, depende de las reacciones individuales de millones de consumidores y de productores. Carece de sentido empujar esasEn el legado del desarrollo estabilizador está el catálogo de las políticas económicas a seguir para que una economía crezca con rapidez y ese crecimiento pueda sostenerse. En acciones en un sentido desestabilizador, si las políticas que se proponen no son viables muchas veces, él mismo sugirió


La del desarrollo estabilizador es una historia de éxito en un campo -el económico- en el que desde hace casi dos decenios México no ha podido salir de un hoyo. Sin embargo, desde 1941, al iniciarse el sexenio de Ávila Camacho, el estado toma la decisión de dar el giro e iniciar ya un cambio significativo en la política económica y comienza, por lo tanto, a promover, con diferentes medidas, el desarrollo industrial del país. Ciertamente las primeras formulaciones gubernamentales en ese sentido se hicieron durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas (1936-1940), pero fue Ávila Camacho quien pudo imprimir un vigoroso impulso a la industrialización.

A partir del gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) el impulso industrializador fue aún mayor y se depositaba en la industria la esperanza de la creación en el lapso 1954-1970, el producto real creció a un ritmo muy superior al de la población, lo cual hizo posible que también crecieran ininterrumpidamente tanto el ingreso per-cápita como los salarios reales. En particular, el sector financiero experimentó un progreso formidable. 

Todo ello fue, en buena medida, resultado de la aplicación, por parte del Banco de México, de una política monetaria prudente, la cual coadyuvó a obtener una estabilidad de precios semejante a la de Estados Unidos en igual periodo. De ahí que también pudiese conservarse un tipo de cambio fijo (12.50 por dólar) dentro un régimen de irrestricta libertad cambiaria, y que la reserva monetaria mostrase una tendencia creciente a lo largo del periodo masiva de riqueza, que se ser repartida, conseguiría avances sin precedentes en el desarrollo nacional.

En 1958, a fin de darle mayor fuerza a ese instrumento de regulación, se decidió incorporar a las sociedades financieras al régimen del encaje legal


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